En el niñ@ todo es lenguaje. Su psiquismo está en construcción. Para comunicarme con él o con ella no es suficiente hablarle o escucharle, también le ofrezco materiales para que represente lo que dice de otra manera: mediante dibujos, modelado, pintura o con el cuerpo y así pueda poner palabras a sus fantasías. Jugando puede expresar su sufrimiento y mis palabras le sirven para comprender sus angustias y aliviar su malestar.
Muchas veces se presenta ante mí un adolescente con dificultades al que le cuesta expresar su malestar, no encuentra las palabras, no puede verbalizar el sufrimiento que lo invade. En algunos de estos muchachos o muchachas su mal-estar se traduce más por medio de actos que de palabras.
¿Qué le ofrezco como psicoanalista? Le ofrezco un espacio de libertad donde pueda expresarse y ser aceptad@ tal como es sin ser juzgado. Le muestro mi deseo de escucharle, de comunicarme con él o con ella, de acceder a su mundo interior. Se abre así en este encuentro con el otro la posibilidad de establecer un lazo transferencial. Mi escucha va dirigida al inconsciente. Lo que hago es traducirle el malestar que siente.
Cada analizante trae un jeroglífico, algo oculto que se resiste a salir, un síntoma o varios, inhibiciones, angustias. Está atrapado y sufre de eso que ignora. Mi trabajo como analista es ayudarlo a descifrarlo. Para llevar adelante esta misión dispongo de tres lugares: el paciente, el analista y la palabra. Mi función es trabajar con el inconsciente, presto mi escucha desde el primer encuentro. Intervengo con mis palabras y a veces con mi silencio. Mis decisiones no son sin efectos para el paciente.
En la actualidad las parejas y las familias se ven afectadas por los múltiples cambios que se producen. Muchas de ellas atraviesan diferentes problemas: separaciones o divorcio de la pareja, padres en proceso de adopción de un niñ@, enfermedad de un integrante de la familia, malos tratos, problemas con los hijos y/o malestares asociados a la ansiedad, depresión, duelos, provocan situaciones difíciles de afrontar.
Ante esas situaciones lo primero que hago es contextualizar cada malestar de esa esa pareja o familia en particular, ofreciéndole un espacio terapéutico que permita resolver y sostener la tensión e incomodidad que generan las diferentes problemáticas.